Subir el Volcán Pacaya es una de esas experiencias que uno no olvida jamás. Desde el inicio del sendero en el pequeño pueblo de San Vicente Pacaya, se siente la emoción de caminar hacia uno de los volcanes más activos de Guatemala. El aire fresco de la montaña se mezcla con el olor a azufre, recordándote que aquí la tierra aún respira y vibra bajo tus pies. La caminata, aunque empinada en algunos tramos, es relativamente accesible para la mayoría de viajeros, y poco a poco el bosque se abre para mostrarte paisajes espectaculares: al fondo el Lago de Amatitlán, y más allá, la silueta imponente de otros gigantes volcánicos.

La recompensa final es llegar a las faldas del cráter, donde el suelo aún desprende calor. Aquí ocurre la magia: asar malvaviscos en las rocas volcánicas mientras ves el humo salir de las fumarolas. No hay nada más surreal que disfrutar este pequeño ritual frente a la fuerza indomable de la naturaleza.

Consejos prácticos para visitar el Volcán Pacaya

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